Praise be to the name of God for ever and ever, wisdom and power are his. Daniel 2:20 (NIV)
Daniel is famously remembered for the frightening night he spent in the lion’s den. It is a remarkable story of how God can protect our physical lives.
God
was with Daniel when he was on his knees in prayer and with him when He found
himself standing before steely eyed carnivores. When evil men thrust him into
that lion’s den, Daniel’s prevailing thoughts must have been, “I’m dead,” but
his faith was such that he knew in life or death nothing would ever separate him
from the love of God.
We
have that guarantee in Christ Jesus (Romans 8:39). In that, we can say with all
confidence, praise be to God forever and ever for all wisdom and power are His,
whether kneeling in prayer or standing in faith.
Maranatha,
Ken
Alabado sea el nombre de Dios por los
siglos de los siglos, la sabiduría y el poder son suyos. Daniel 2:20 (NVI)
Ya sea de rodillas o de pie
Daniel es recordado por la aterradora noche que pasó en el foso de los leones. Es una historia extraordinaria de cómo Dios puede proteger nuestras vidas físicas.
Veamos otro aspecto de la vida de este hombre. Daniel era un príncipe de Israel (Daniel 1:3). Cuando era adolescente fue tomado como rehén y llevado a Babilonia en la primera invasión de Israel por parte del rey Nabucodonosor en el año 605 a.C.
En Babilonia fue elegido para someterse a un programa de entrenamiento de tres años para dominar el idioma y la cultura babilónicas. Finalmente fue elegido para ser chambelán de la corte del rey. Dios hizo prosperar a Daniel por otros 65 a 70 años, hasta bien entrados los 80 años. Durante su vida en Babilonia, sirvió como consejero, gobernador y consejero espiritual de cuatro reyes sucesivos.
En las circunstancias en que se encontraba, habría sido fácil ir por el camino de menor resistencia y transigir su relación con Jehová y servir a los dioses locales. El viejo dicho: "Cuando estés en Roma, haz lo que hacen los romanos", podría haber sido fácilmente sustituido por Babilonia y los babilonios. En sus años de cautiverio, Daniel eligió seguir al Señor, haciendo que fuera una rutina de por vida regresar a su hogar tres veces al día para orar y comulgar (Daniel 6:10).
He descubierto en mi propia vida, cuando las cosas estaban en su punto más sombrío, la oración y la acción de gracias eran mi pilar, porque me daban mi mayor fortaleza. No celebré el juicio, porque fue duro y doloroso. Lo que sí celebré fueron los recuerdos de cómo Cristo me ayudó a superar tiempos pasados de dificultades y pruebas.
Dios estaba con Daniel cuando estaba de
rodillas en oración y con él cuando se encontró de pie frente a carnívoros de
ojos acerados. Cuando los hombres malvados lo arrojaron al foso de los leones,
los pensamientos predominantes de Daniel deben haber sido: "Estoy
muerto", pero su fe era tal que sabía que ni en la vida ni en la muerte
nada lo separaría del amor de Dios.
Tenemos esa garantía en Cristo Jesús
(Romanos 8:39). En eso, podemos decir con toda confianza, alabado sea Dios por
los siglos de los siglos, porque toda la sabiduría y el poder son suyos, ya sea
que se arrodillen en oración o se mantengan firmes en la fe.
Maranatha,
Ken